Tras una laringectomía total, la recuperación de la voz del paciente es posible a través de tres mecanismos distintos: voz esofágica (o erigmofonía), habla traqueoesofágica con prótesis de voz y electrolaringe. De estos tres mecanismos, el más natural es la voz esofágica. Este mecanismo consiste en introducir el aire que se encuentra en la boca en el interior del esófago, devolviéndolo posteriormente al exterior mientras se produce un sonido similar a un eructo en la entrada del esófago.
Con este mecanismo, el/la logopeda, a traves de una buena tecnica, pretende enseñar al paciente laringectomizado a utilizar el aire eructado para modular y hablar. El objetivo de la tecnica es:
- Conseguir independizar los soplos (separación del flujo bucal del estomático).
- Conseguir la succión o deglución de aire hacia la hipofaringe y primer segmento esofágico.
- Conseguir un eructo automático fluido o eructo voluntario de aire desde el esófago e hipofaringe hacia la cavidad oral para poder articular palabras
Con el tratamiento logopédico, el paciente no solamente recupera la fonación, sino que llega a crear un órgano substitutivo de la laringe que le ayuda a llevar a cabo una conversacion natural y asi tener una vida mas normalizada.
A continuacion os dejamos un audio con un ejemplo de rehabilitación vocal, así como el testimonio real de un paciente laringectomizado rehabilitado en nuestro centro por nuestra compañera Marta Ruiz Montávez, especialista en Rehabilitacion de la voz en pacientes laringectomizados.
Sí se puede
Cuando mi cirujano me aventuró que yo acabaría dominando el habla erigmofónica, no imaginaba uno que iban a confirmarse y cumplirse tan rápidamente tales expectativas. Vino a cuento el comentario cuando le preguntaba por mi parte por las prótesis fonatorias que, según tenía entendido, ayudan a hablar sin necesidad de ningún aprendizaje. Algo así como si fuese dicho y hecho, mientras que sin ellas es necesario un proceso costoso y difícil de aprendizaje. Su consejo fue que nones, yo lo di por bueno y heme aquí, al cabo de un año de mi operación de laringuectomía y a ocho meses de comenzar mis clases, defendiéndome satisfactoriamente. Sí que se puede aprender a dominar con mediana soltura el habla esofágica sin necesidad de prótesis o válvulas fonatorias.
He empleado dos palabras para designar el mismo fenómeno: habla “esofágica” o “erigmofónica”. Con “esofágica“ queremos designar el órgano (el esófago) protagonista en la acumulación del aire y en la vibración del sonido que luego pasa a ser modulado, “articulado”, en la boca de la misma manera que lo es en el habla “pulmonar” que utiliza el resto del común de los mortales al margen de nosotros, los laringuectomizados. Con “erigmofónica” nos referimos al modo de producir el sonido, de la misma manera que se producen los eructos (en griego, erigmos: eructo”) también en el común de los mortales, aunque con la diferencia de que en este último caso el aire que se expulsa proviene del estómago muy mezclado con gases, de modo abrupto y sin articulación alguna.
Me cabe por tanto asegurar, en contra de lo que suele decirse, que nosotros no hablamos con el estómago, que lo hacemos “ingiriendo” tragos de aire que se acumulan brevemente en el esófago y que, al ser expulsados, hacen vibrar un determinado punto de este produciendo el sonido ronco que nos caracteriza.
No hablamos con el estómago como tampoco lo hacen los ventrílocuos (aunque su nombre significa precisamente eso). Lo suyo es una pura engañifa. Son unos pillos y embaucadores que se valen de trucos para dar la apariencia de un habla sin utilizar la boca. Ellos hablan también como el resto de los mortales, aunque con mucha farsa y disimulo.
No hablamos con el estómago, es decir, con aire proveniente del estómago, porque de ser así, sería un suplicio vivirá nuestro lado pues bien es sabido que los efluvios provenientes de esas concavidades no son de muy apetecible referencia. Hablamos con el esófago y basta.
Y no es sencillo aprender. Pero sí es verdad que se puede. Y digo esto para animar a quien tenga sus dudas antes de empezar o a quien desespere después de haber empezado porque registre escasos resultados en sus inicios o en sus primeras etapas. ¿Requisitos? Cuatro patas considero básicas para el sostén de nuestro aprendizaje. Método y técnicas (esto lo aporta la persona que instruye, que conduce el aprendizaje) y tesón y práctica incansable (que ejercita la parte instruida, la que está aprendiendo). Con esta sencilla receta se pueden conseguir resultados asombrosos, un habla fluida que no tiene nada que envidiar al habla traqueoesofágica.
¿En qué consiste esta última variedad de habla? Pues se trata de esa que mencioné al principio, la que se practica con las válvulas o prótesis fonatorias, la que no me fue recomendada por mi otorrino, la que, si bien con algunas ventajas (mayor disponibilidad de aire pues proviene del depósito de los pulmones), registra en cambio inconvenientes (reemplazo periódico en dependencias hospitalarias, limpieza engorrosa diaria, peligro de infecciones, de filtraciones de sólidos y líquidos…) por los que incluso he visto a alguno asistir a clases de aprendizaje de habla esofágica en período previo a prescindir definitivamente de dichas prótesis.
De modo que sí se puede. Con la ayuda encomiable de profesionales que se dedican día a día a este ejercicio de solidaridad (no puedo por menos que mencionar a mi logopeda Marta Ruiz) y con el tesón y los redaños que hay que ponerle al asunto por nuestra parte. Animo a cualquiera que se encuentre en esta difícil tesitura. Habrá siempre luz al final del túnel.
Isidoro García Sánchez